La Ética en la Creación de Historias
Por José Luis Lobera • 01/04/2024 • Comunicación, Literatura
Hace unos días terminé de leer Vagalume, una nostálgica novela de Julio Llamazares que he disfrutado por su acertada exploración de temas universales como la soledad, la amistad y la relación entre padres e hijos, pero también temas más particulares y afines a mí como el oficio y la necesidad de escribir.
En uno de los fragmentos más esclarecedores de la novela (porque Vagalume además de explorar esos temas también esconde un secreto que se nos revela al final), el protagonista descubre que un amigo escritor se ha inspirado en él para perfilar un personaje en una de sus obras, sin su conocimiento previo.
Esta misma situación la viví yo en el mundo real hace muchos años: una amiga mía publicó una novela en la que uno de los personajes secundarios estaba inspirado en mí, sin que yo lo supiera de antemano.
Es cierto que la aparición de ¨mi personaje¨ era muy breve y que apenas estaba perfilado, pero en el momento en que descubrí que había sido representado en la novela me sentí incómodo, como si alguien hubiera quebrantado mi confianza e intimidad.
En aquel momento, decidí no hablar sobre la situación con mi amiga por varias razones que no vale la pena deliberar aquí. Pero como escritor, este incidente me hizo preguntarme hasta qué punto un creador de historias tiene licencia narrativa para usar sin permiso personajes inspirados en personas. ¿Qué consideraciones éticas en la creación de historias debe considerar un escritor?
Aspectos Éticos Para Tomar en Cuenta
La ética en la creación de historias implica un compromiso con la honestidad, el respeto, la empatía y la responsabilidad tanto hacia los personajes ficticios como hacia aquellos que podrían ser afectados por las narrativas que se crean. Así, algunas de las consideraciones a las que prestar atención incluyen:
1. Consentimiento en la representación. Cuando sea posible, los creadores de narrativas deben buscar el consentimiento de las personas que podrían ser reconocibles en su obra, especialmente si se trata de eventos o detalles personales significativos. Un ejemplo de una obra literaria en la que no hubo consentimiento en la representación de una persona sería «El amante de Lady Chatterley» (1928), escrita por D.H. Lawrence. Esta novela erótica presenta una relación ilícita entre Constance Chatterley, una mujer de clase alta, y Oliver Mellors, el guardabosques de su esposo.
La novela está parcialmente inspirada en los propios conflictos emocionales y relaciones extramatrimoniales de Lawrence y su esposa, Frieda von Richthofen, sin que ésta diera permiso para ser representada. La novela, además, fue objeto de censura y prohibición debido a su contenido sexual explícito y su lenguaje vulgar. Se consideró obscena y pornográfica por las autoridades británicas, lo que llevó a que la obra fuera prohibida en el Reino Unido desde su publicación en 1928 hasta 1960.
2. Respeto por la propiedad intelectual. Los creadores de historias deben respetar los derechos de autor y evitar el plagio en todas sus formas. Esto implica dar crédito adecuado a las fuentes de inspiración y no utilizar el trabajo de otros sin permiso. Un ejemplo de infracción de derechos de autor es el caso de «El ladrón de orquídeas» (2002), escrito por Susan Orlean.
En 2004, el escritor John Laroche demandó a Susan Orlean y su editora, Random House, alegando que la obra infringía sus derechos de autor. Laroche afirmaba que Orlean había utilizado su vida, así como detalles específicos de sus actividades ilegales de recolección de orquídeas en los Everglades de Florida, como base para su libro sin obtener su consentimiento.
El tribunal falló a favor de John Laroche y ordenó a Susan Orlean y a Random House pagar una compensación por daños y perjuicios. El veredicto se basó en que Orlean había admitido públicamente en entrevistas que se había basado en la vida de Laroche para escribir su libro, lo que demostraba una clara conexión entre la obra y la vida personal de Laroche.
3. Evitar la explotación y los estereotipos. Los escritores deben ser conscientes de no explotar las experiencias o sufrimientos reales de personas para su propia ganancia o entretenimiento. Es importante tener empatía y tratar temas sensibles con sensibilidad y respeto. La representación de personas debe ser precisa y respetuosa, sin caer en estereotipos.
Por ejemplo, la novela de Kathryn Stockett «The Help» (2009) y su posterior adaptación cinematográfica fueron criticadas por su representación simplista de las mujeres afroamericanas en el contexto de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. La novela «American Dirt» (2020) de Jeanine Cummins es otro ejemplo que fue criticado por su representación superficial y estereotipada de la experiencia de los migrantes mexicanos.
4. Responsabilidad por las consecuencias. Los contadores de historias deben considerar cómo sus palabras y narrativas podrían impactar a su audiencia y a la sociedad en general. Esto incluye evaluar el potencial de incitar odio, promover prejuicios o contribuir a la desinformación.
En ejemplo relevante en este caso podría ser «Fifty Shades of Grey» (Cincuenta sombras de Grey) de E.L. James. Esta trilogía de novelas eróticas ha sido objeto de controversia debido a su representación de relaciones BDSM (bondage, disciplina, dominación, sumisión, sadismo y masoquismo) y su impacto en la percepción del consentimiento y la intimidad en las relaciones románticas. Aunque la serie ha sido un gran éxito comercial y ha generado una gran base de fans, también ha sido criticada por algunos por promover representaciones poco realistas y saludables de las relaciones, así como por su retrato problemático del consentimiento sexual.
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