Hay una escena hacia el final de la película Cadena Perpetua (1994) que siempre recuerdo por la efectividad de su diálogo. Ellis Boyd Redding, el personaje interpretado por Morgan Freeman, tiene una entrevista crucial para determinar su posible libertad de prisión.
— Su ficha dice que ha cumplido 40 años de su cadena perpetua. ¿Se siente rehabilitado?
— ¿Rehabilitado? Bueno, veamos. No tengo idea de lo que significa.
— Significa poder reincorporarse…
— Sé lo que para ti significa, hijo. Para mí es sólo una frase hueca, inventada por políticos… Para que jóvenes como tú vistan traje y corbata y tengan un empleo. ¿Qué es lo que quieres saber? ¿Si estoy arrepentido?
— Bueno, ¿lo está?
— No hay día que no lo lamente. No porque esté aquí, o porque creas que debo. Pienso en lo que era antes. Un chico estúpido que cometió ese terrible crimen. Quiero hablarle. Quiero hacerle entrar en razón. Contarle cómo es todo. Pero no puedo. Ese chico ya no existe, y este viejo es lo que queda. Debo vivir con eso. ¿Rehabilitado? Porquería de palabra.
Esbozar diálogos interesantes que no suenen como un intercambio artificial es, a mi parecer, uno de los aspectos más difíciles de perfeccionar como creador de historias. Para muchos autores, es incluso complicado determinar cuándo el diálogo debería imperar sobre la narrativa, y qué ideas debería expresar.
Como punto de partida, un buen diálogo nunca debería brindar información factual sobre una historia, como la descripción de personas, lugares u objetos. También es recomendable evitar diálogos “vacíos” en los que los personajes intercambian información sin brindarnos algún tipo de conocimiento sobre ellos. Cuando dudes, es mejor que acudas siempre a la narrativa.
Así, piensa en los diálogos como momentos en los que se dramatiza la relación entre personajes para ganar conocimiento sobre su personalidad, sentimientos o motivaciones. Y para evitar ser demasiado obvios, los mejores diálogos brindan esta información de manera velada, como subtexto.
En el caso del diálogo de Cadena Perpetua, no solamente revela algo profundo sobre la personalidad de Ellis, sino que además avanza la acción (Elis consigue convencer al panel de que ha llegado el momento de ponerle en libertad).
Cinco Consejos para Brillar con tus Diálogos
1. El diálogo se matiza con gestos. Incluir gestos en diálogos es importante porque mejora la caracterización de los personajes, agrega profundidad a sus interacciones y facilita la comprensión y la conexión emocional con la historia.
En la vida real, la comunicación no verbal que incluye gestos es una parte significativa de la forma en que las personas se entienden mutuamente. Al incluir gestos en los diálogos, puedes enriquecer la comunicación y hacer que las conversaciones en tu historia se sientan más auténticas y realistas. Por ejemplo, un personaje que se muerde las uñas puede mostrar ansiedad o nerviosismo, mientras que uno que se cruza de brazos puede parecer más reservado o a la defensiva.
Además, los gestos son una herramienta poderosa para transmitir el subtexto de un diálogo. En lugar de utilizar diálogos para explicar los pensamientos y emociones de los personajes, los gestos pueden permitirte mostrar esto de manera más sutil y efectiva.
2. El diálogo como enfrentamiento verbal. Muchos de los diálogos más memorables son aquellos que establecen conflicto o desacuerdo entre los personajes. En este blog, por ejemplo, resaltamos esta característica en el diálogo de la película “Historia de un Matrimonio”. Así, a medida que los personajes intercambian palabras cargadas de tensión, desacuerdo o incluso hostilidad, el conflicto se vuelve más evidente y emocionante.
Los diálogos, además de ser un medio para ilustrar el desarrollo de un conflicto, pueden ser el medio a través del cual se alcanza su resolución y se muestra la evolución de los personajes. Pueden permitir que los personajes expresen sus emociones, frustraciones y deseos reprimidos, y también pueden evocar una respuesta emocional en los lectores, haciéndolos sentir más conectados con la historia. Los enfrentamientos pueden llevar a momentos de revelación, perdón, reconciliación o incluso a un cambio fundamental en la relación entre los personajes.
3. El silencio es parte del diálogo. En la vida real, el silencio puede aportar significado a una conversación (p. ej. el que calla, otorga), por lo que no debes olvidarte de este golpe de efecto a la hora de escribir un diálogo. Para integrarlo, puedes simplemente mencionarlo en tu narrativa (p.ej. “Reinó el silencio por un momento”) o ser más sutil interrumpiendo el diálogo con narrativa que refleje lo que ocurre durante ese silencio, como una reflexión, un recuerdo, o un pensamiento privado de uno de los personajes.
4. El diálogo no siempre es gramaticalmente correcto. El diálogo de nuestras historias sonará más auténtico y natural cuando los personajes conversan como lo hacen en la vida real, sin prestar atención a frases con una gramática perfecta. Sin embargo, es importante recordar que esto debe hacerse de manera cuidadosa y consciente, ya que un exceso de errores gramaticales puede dificultar la comprensión y la lectura.
Cuando usas un tono y forma de hablar distintivos en tus diálogos, el lector te agradecerá que revistas de personalidad a tus personajes y los hagas más reconocibles. Por ejemplo, en «Las aventuras de Huckleberry Finn», Mark Twain usó un lenguaje no estándar y regional para los diálogos del joven Huck Finn, un niño sureño de escasa educación. Otro ejemplo es ¨La naranja mecánica¨ de Anthony Burgess, una novela que presenta un lenguaje llamado «Nadsat», una mezcla de inglés, ruso y jerga de la calle, que se utiliza para dar personalidad a los personajes y reflejar la violencia y la rebeldía de la historia.
5. Incluye el mundo sensorial en tus diálogos. Los sentidos son una parte fundamental de la experiencia humana, y al incorporar descripciones sensoriales en los diálogos, enriqueces la experiencia de lectura, creas una atmósfera envolvente, agregas realismo y profundidad a la historia, y mejoras la empatía del lector hacia los personajes.
Por ejemplo, en «Las uvas de la ira» de John Steinbeck, los diálogos entre los personajes a menudo incluyen descripciones sensoriales para transmitir la difícil vida de los trabajadores migrantes en California durante la Gran Depresión. Los personajes hablan de la sequedad del polvo, el calor del sol y el hambre que sienten, lo que contribuye a la atmósfera opresiva de la historia. Otro ejemplo es «Siddhartha» de Hermann Hesse, donde los personajes discuten temas filosóficos y espirituales, y a menudo se utilizan descripciones sensoriales para transmitir las experiencias de iluminación y el contacto con la naturaleza. Los diálogos a menudo incluyen referencias a sonidos, olores y sensaciones táctiles.
En resumen, la fluidez es esencial para incorporar diálogos de manera efectiva en nuestras historias. Los diálogos deben avanzar la historia y revelar conocimiento sobre los personajes, evitando diálogos ¨vacíos¨. La autenticidad es clave para que los diálogos se sientan creíbles, con un lenguaje y tono apropiados para el contexto y la época de la historia. Además, la utilización de gestos, silencios, y elementos del mundo sensorial puede enriquecer los diálogos, añadiendo capas de significado a las interacciones entre los personajes. Finalmente, el equilibrio entre diálogos y narración es crucial, asegurando que ambos elementos trabajen en conjunto para construir una narrativa cohesiva y envolvente.
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